... de la amistad a...
Me parece increíble que con la de situaciones que he vivido e imaginado, ésta aún no la haya escrito...
Años que nos conocemos, que nos lo contamos todo, o casi, y de repente, un día, quedamos para cenar tranquilamente en tu casa, yo necesito desahogarme porque he discutido con mi mejor amigo y compañero de piso, y tú, siempre tan comprensivo me dices: "vente a mi casa, yo cocino, y tú me cuentas todo y así te descargas de la tensión, el mal rato y los malos rollos... "
Como siempre, nos acercamos un rato antes a hacer las compras y ya empieza el show, tú con los dobles sentidos y yo con mi ganas de jugar: "Podríamos cenar pechugas", "Yo con las tuyas ya tengo bastante... que tal unos huevos con jamón?", "mejor con chorizo, pero que no esté pasado..." Nunca pasamos de palabras, pero hoy es distinto... hoy estoy muy baja de moral, sensible, herida, llámalo como quieras, pero hoy necesito cariño...
Empezamos con la cena, y con la conversación, empiezo a despotricar, a llorar, a maldecir. Tú como siempre callas, y escuchas, o no, no lo sé, pero dejas que lo suelte todo, y me voy relajando, y me voy sintiendo más cómoda a tu lado...
Llega la hora del postre, mejor en la sala, cogemos una mantita, nos acurrucamos en el sofá y ponemos una de esas películas que han repetido hasta la saciedad en la televisión, pero que hoy, justamente hoy, te doy cuenta que lo que me ha pasado, también le ha pasado a la protagonista, y me pongo a llorar, me abrazas para consolarme, y al levantar la cara para darte las gracias, me secas las lágrimas con una suave caricia y nos quedamos mirándonos, y como si fuera algo imposible de parar, te acercas y me besas... extraño, y a la vez tan familiar, tan deseado...
Con tu mano acaricias mi nuca acercando aún más mi cara a tus labios, y me vuelves a besar, esta vez respondo a tu beso, y saboreo tus labios, dejo que los tuyos jueguen a probar cada centímetro de los mios y sin separarlos de mi piel, comienzas a besar mi barbilla, el cuello y vas subiendo hasta el lóbulo de mi oreja que muerdes dulcemente.
Mis manos han buscado tu vientre y van desabrochando tu camisa, se meten debajo para acariciar tu torso que se estremece bajo mis yemas, tus manos responden a mis caricias bajo mi blusa buscando los enganches de mi sujetador, para acariciar libremente mis pechos.
Sin perder un segundo, pero sin prisa por pasar a la siguiente fase, pasamos un rato deshaciéndonos en caricias y besos hasta reconocer cada palmo del torso del otro. Pero con cada caricia se hace cada vez más difícil seguir vestidos de cintura para abajo. Tu pantalón está a punto de estallar, y mi ropa interior hace que cada roce sea un auténtico calvario... te libero de la presión mientras tu decides que si algo tiene que rozarme, no debería ser la ropa...
Noto tus manos recorriendo mi sexo completamente húmedo, mientras las mías buscan la forma de hacer que el tuyo crezca aún más ahora que ya está libre... pero tengo ganas de saborearlo, y lo meto en mi boca y pongo en práctica cada una de las cosas que me has contado mil veces que te han hecho volverte loco.... y tú respondes a mis provocaciones con caricias que sabes, porque te lo he contado, que me hacen perder la cabeza...
Llega el momento, estoy completamente desinhibida, necesito tenerte dentro, y lo ves en mis ojos. Sin dudar ni un segundo me coges de la cintura y me colocas sobre ella... Cuántas veces te habré contado lo mucho que disfruto siendo yo la que decide cómo tiene que entrar, marcando los tiempos en esa primera envestida.... y así me dejas mandar, mientras veo en tus ojos que a ti también te está gustando ese ritmo...
Sabes que te toca decidir, cuando está completamente dentro de mi y te pido entre gemidos que me hagas tuya,... no lo dudas, me levantas, sin sacarla, coges mis piernas y comienzas a levantarme y bajarme mientras noto cómo entras y sales de mi, sin perder el ritmo. Me tumbas en el sofá, boca arriba, con las piernas sobre tus hombros y me envistes hasta que noto tu sexo en pleno apogeo a punto de abrirme en canal una y otra vez...
Me volteas y me sujetas del pelo, con fuerza, pero sin maldad, decidido tiras hacia ti para elevar mi cuerpo y poder besarme mientras sigues penetrándome... Creo que me va explotar el corazón, se me acelera el pulso, empiezo a notar cómo pierdo el control de mi cuerpo, estoy a punto de correrme, y lo notas, así que mantienes el ritmo hasta que exploto en un grandísimo orgasmo que me hace estremecer, que me deja temblando sobre el sofá... Al ver tu proeza, te excitas, y sacándola de golpe comienzas a correrte sobre mi espalda...
Noto como acaricias el fruto de tu deseo, y tumbándote a mi lado me arrimas a ti, hasta hacer que apoye mi cabeza en tu pecho, coges la manta y me tapas, mientras me sigues acariciando y abrazando hasta que nos quedamos dormidos en el sofá...
Eso si que es consolar a una amiga en un mal momento!